Chapter 32
Capítulo 32
Efectivamente, Alberto había sido golpeado donde más le dolía. Sonrió con
frialdad: -Oh, qué lástima, debería haber grabado ese momento para mostrárselonoveldrama
a Ramón, para que vea a quién ha reemplazado.
¡Este hombre!
Raquel, furiosa, se puso de puntillas y mordió el labio de Alberto con fuerza.
¡Ay!
Alberto, sorprendido por el dolor, sintió el sabor metálico de la sangre en su boca. Ella le había hecho sangrar.
Alberto levantó la mano y le apretó la pequeña cara, moldeándola en forma de O, y su mirada se llenó de ira: —¿Eres un perrito, te gusta morder a la gente?
Raquel lo miró desafiantemente: -Mejor piénsalo bien, mañana tendrás que explicar a Ana la herida en tu labio, ¿no? Ramón te reemplazó, y Ana ¿no será la que ahora se conforma con mi " mercancía de segunda mano“?
Alberto se quedó sin palabras.
¿Quién es "mercancía de segunda mano"?
¡Esa maldita mujer!
-Podemos hacer lo que queramos, pero Ramón no puede tenerte.
-¿Por qué?
Porque Ramón es su amigo, y él lo desprecia.
Alberto la miró de arriba abajo: -¿Crees que Ramón te va a gustar? No sueñes. Lo único que puedes hacer es bailar un par de veces en la pista. Una chica del campo que dejó de estudiar a los 16 años, sin estudios ni trabajo... Ramón no tiene un gusto tan bajo. A lo sumo te querrá por lo nuevo, pero se cansará pronto.
Raquel se quedó sin palabras.
¡Él realmente la despreciaba!
Tal vez todos los hombres son así, lo que no valoran para sí mismos no lo permiten para los
demás.
Raquel, lejos de enfurecerse, sonrió con sorna: -¿Te gustó cómo bailé hoy en la pista?
Alberto se detuvo por un momento, ¿qué?
Capitulo 32
Raquel lo empujó con fuerza: -Desde hoy, cada día le voy a bailar para él, todos
los días algo diferente, te aseguro que siempre será algo nuevo para él.
Dicho esto, Raquel dejó de prestarle atención y subió las escaleras.
Alberto se quedó en silencio.
¡Raquel!
Raquel entró en el dormitorio, y Alberto, con el rostro serio, la siguió adentro: -Mi abuela
está enferma, así que el asunto del divorciò se suspende. Esta noche debes quedarte aquí para hacer el papel de una pareja feliz, ¿entiendes lo que te quiero decir?
Aunque su tono de voz no era amable, cuando se trataba de la salud de su abuela, Raquel estuvo
de acuerdo de inmediato.
Giró la cabeza y, con una sonrisa ligera, le dijo: -No tengo problema, pero no sé si Ana podrá
esperar.
Alberto la miró fríamente: -Tú duermes en la cama, yo en el sofá. Me voy a bañar primero.
Alberto entró al baño a darse una ducha.
En ese momento, sonó el celular con una melodiosa campanita. Era Luis quien llamaba.
Raquel contestó, y la voz de Luis se escuchó al otro lado: -Raquelita, ¿es cierto el pedido de Ana?
Raquel: -Sí.
que cancelaste
Luis: -Este pedido no se puede cancelar. Cuando tomamos el pedido, Alberto pagó un depósito enorme, y ahora hemos recibido una carta de demanda de los abogados de Alberto. Su equipo legal es de los mejores en el país, invencible. Quiere demandarnos por una cantidad astronómica, Raquelita, Alberto podría dejarnos en la ruina.
Raquel se quedó sin palabras.
Luis: -Raquelita, Alberto no és alguien con quien te puedas meter. Él ha dicho que mañana debes presentarte en el Hospital San Juan de Dios. Quiere verte mañana.
Raquel se sintió abrumada. Alberto siempre tomaba decisiones rápidas y firmes, con mano de hierro. Desde el momento en que Luis aceptó su pedido, sabía que no podría salir ilesa.
Raquel: -Está bien, dile que mañana en el Hospital San Juan de Dios, nos
vemos.
Colgó el celular, y en ese momento, la puerta del baño se abrió con un "click", y Alberto salió,
recién duchado.
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